Hackea la felicidad con Henrique

Henrique reflexiona sobre su viaje a Finlandia y nos dice: «Imagínate un país donde la conexión con el entorno sea muy estrecha; donde la naturaleza, la cultura, el estilo de vida y las personas estén íntimamente ligados entre sí. Había escuchado que Finlandia era el país de los mil lagos y del sol de medianoche, pero nada me habría preparado lo suficiente para la experiencia de visitar uno de los países más fascinantes del mundo».

Henrique, un hombre gay de 34 años natural de Brasil, se lanzó a esta aventura con ilusión y curiosidad. «Soy de un país conocido por su cultura vibrante y su energía arrolladora, así que estaba deseando descubrir cómo un lugar tan diferente a Brasil me podría ofrecer una perspectiva diferente sobre la vida y la felicidad. Nada más llegar, todo empezó a cobrar sentido: se podía apreciar de primera mano por qué Finlandia ha sido nombrado el país más feliz del mundo siete años consecutivos».

Desde el momento en que el avión entró en el espacio aéreo finlandés, Henrique quedó cautivado por las impresionantes vistas que podía ver por la ventanilla. Debajo de ellos, se extendía durante kilómetros una vasta alfombra verde salpicada de cientos de lagos, que contrastaban a la perfección con el verde intenso de los árboles y llegaban hasta donde alcanzaba la vista. En ese momento, un sentimiento abrumó la mente de Henrique: la gratitud.

Henrique y su novio decidieron presentar su solicitud a la experiencia Helsinki Happiness Hacks en los últimos días del plazo. «Como pareja LGBTQ+, la idea de resultar elegidos para visitar uno de los países más progresistas del mundo en materia de diversidad y derechos LGBTQIA+ fue tremendamente emocionante», nos cuenta Henrique. «Y, por supuesto, nuestro Happiness Hack giraba en torno a revelar nuestro verdadero “yo”. Nos sentimos muy afortunados de haber resultado seleccionados».

Desde el momento en que llegaron al aeropuerto de Helsinki, a Henrique le llamó la atención la presencia de lavabos sin distinción de género. «Fue el primer indicio de que la sociedad finlandesa se preocupaba de verdad por el bienestar de todos». No tardó en darse cuenta de que lo que define realmente a Finlandia es una profunda noción de comunidad y conexión.

Henrique destaca que Finlandia fue el primer país del mundo en reconocer los derechos políticos de las mujeres, un hito que pone de manifiesto el compromiso con la igualdad en general. Este principio de equidad se extiende también a la comunidad LGBTQIA+. «Fue tremendamente conmovedor ver tantas banderas arcoíris ondeando en apoyo del mes del Orgullo. La libertad de ser una pareja gay sin el temor a que nos juzguen por mostrar nuestro afecto en público es una muestra clara del gran progresismo social que ha alcanzado Finlandia».

Progresismo es una palabra que describe muy bien a Finlandia en general. La implicación del país en materia de sostenibilidad y su especial sensibilidad por el medioambiente son un fiel reflejo del respeto que sus gentes sienten por la naturaleza. «Como brasileño que vive en un país tropical, debo confesar que me inspiró la forma genuina y significativa en que los finlandeses se sienten conectados con su entorno», explica Henrique. «Uno de los momentos más memorables para mí fue caminar descalzo por el terreno rocoso de una isla. Algo tan trivial y sencillo, pero que por algún motivo me hizo llorar».

Henrique destaca que los finlandeses saben apreciar las actividades sencillas que fomentan el bienestar. «Ya sea participando en un taller de cerámica, practicando skate o dedicando unos minutos a la sauna, los finlandeses saben disfrutar de los pequeños placeres de la vida». También hace hincapié en que estas actividades sirven para conectar con el yo interior y ayudan a sentirse más revitalizado. «Todo esto me enseñó a valorar los momentos sencillos y que, si te apetece probar algo nuevo, no hay que dudar».

El equilibrio entre trabajo y calidad de vida es una prioridad en Finlandia. «Este planteamiento no solo aumenta la productividad, sino que también contribuye a que la población esté más feliz, satisfecha y sana, además de influir claramente en la forma en que las personas interactúan entre sí. A pesar de haber oído que los finlandeses pueden ser reservados, me sentí muy bien acogido desde el principio. También me di cuenta de lo mucho que valoran la autenticidad en sus interacciones. La confianza es fundamental, e incluso el silencio —que nunca resulta incómodo— hace que la conexión sea más estrecha, fomentando vínculos auténticos y duraderos». Henrique incide en que este respeto por el espacio personal y la individualidad hace que las interacciones resulten más sinceras y significativas.

El respeto se extiende también a los alimentos y las comidas. «Los finlandeses valoran los ingredientes frescos y de proximidad, y suelen optar por productos de temporada y ecológicos. Las comidas son momentos para ralentizar el ritmo, en los que se adoptan prácticas sostenibles y se minimizan los residuos. Compartir una comida no es solo por el hecho de comer en sí, sino que es un momento para conectar con quienes te rodean».

Al reflexionar sobre su estancia en Finlandia, Henrique comenta: «Aunque hace ya tiempo que volví a casa, siento como si me hubiera traído un trozo de Finlandia conmigo. Fue un viaje revelador que reafirmó mi amor por la naturaleza, la cultura y la comunidad. Descubrí un lugar donde la felicidad está íntimamente arraigada en el día a día a través de un compromiso con la igualdad, la sostenibilidad y el disfrute de los placeres sencillos».

Desde impresionantes paisajes hasta valores sociales progresistas, Finlandia es el paradigma de un equilibrio armonioso entre trabajo y vida, donde predominan las conexiones humanas genuinas. «Este viaje no fue una simple aventura; fue un viaje transformador que me enseñó a valorar los pequeños momentos, a vivir con autenticidad y a respetar tanto a las personas como a la naturaleza. El ejemplo que da Finlandia como sociedad equilibrada y alegre se quedará conmigo, ofreciéndome una perspectiva fresca de lo que significa vivir una vida plena. Ha sido sin duda la experiencia de mi vida», concluye Henrique.